Robert Bezeau es un canadiense, enamorado de la naturaleza, que ahora reside en Bocas del Toro (Panamá). Una región paradisiaca cuya belleza se ocultaba tras varias toneladas de basura a su llegada. Resíduos que además, convertían en un infierno la vida de los animales de la zona. Algo traumático para un alma tan inquieta como sensible que, en el año 2012, decidió poner su voluntad al servicio del entorno elegido como su nuevo hábitat. Nació entonces el programa de reciclaje de Bocas del Toro, que, con la colaboración de algunos voluntarios, se encargó de la limpieza de playas y pueblos. Recolectada toda la basura, llegó el momento de su clasificación. Materiales reciclables por un lado y, por otro ... ¡Sorpresa!: Más de un millón de botellas de plástico.

¿Sabías que alguien nacido de 1978 en adelante, que muere a los 80 años, castiga al planeta dejando tras de sí un mínimo de 14.400 botellas de plástico? ¿Sabías que esas botellas tardan varios siglos en descomponerse y nunca llegan a desaparecer por completo? ¿Sabías que la mayor parte de los residuos es consumida por peces y aves, acortando sus vidas?

A día de hoy, los turistas que visitan Bocas del Toro y, por supuesto, sus habitantes respiran aire puro y disfrutan de la belleza de sus vistas. Todo gracias al proyecto ideado por Bezeau, después de mucho pensar qué hacer con todas las botellas de plástico que, tanto él como su equipo de voluntarios, habían recopilado gracias al programa de reciclaje que pusieron en marcha un par de años atrás.

La Plastic Bottle Village es una eco-aldea construida a base de botellas de plástico, estrechamente atrapadas en una jaula de malla de alambre que, a su vez, está unida a una jaula de barras de acero que actúa como refuerzo y cuenta con un recubrimiento de hormigón para evitar el contacto entre la luz del sol y las botellas.

Viviendas construídas a conciencia para resistir terremotos, ahorrar energía - usan el aire de las botellas como un aislante del calor y cuentan con ventilación natural (evitando la acumulación de moho, hongos y humos).  Las casas poseen equipos anti-incendios y, aunque dudan de su capacidad de resistencia ante un tsunami, aseguran que, como las botellas flotan en el agua y se encuentran dentro de una jaula, podrían servir de balsas, capaces de soportar grandes cargas y salvar muchas vidas en una catástrofe de tal magnitud.

Durante las tres fases de desarrollo, el pueblo constará con alrededor de 120 viviendas, una pequeña tienda, un albergue ecológico con frutas, vegetales y un jardín de hierbas comunitario, bonitos senderos y parques cuidados para hacer barbacoas y reunirse al aire libre, además de un pabellón para hacer ejercicios como el yoga o la meditación. Una comunidad basada en hermosas colinas y pequeños valles con corrientes de agua dulce y una gran cantidad de flora y fauna para disfrutar y explorar.

El proyecto Plastic Bottle Village ha revolucionado las técnicas de eco-construcción existentes hasta ahora y se dirige a personas dispuestas a ocupar viviendas creadas con un enfoque verde deseosas de compartir un cambio agradable y consciente. Van a vivir dentro de algo que ya han consumido y decidido tirar. Resíduos que se niegan a dañar el planeta y prefieren convertirse en residencias modernas, cpn estilo y buena calidad.

Nota: Desgraciadamente, de momento, la iniciativa de Bezeau solo se ha materializado en Panamá. Demos la espalda a esas botellas de plástico que tanto perjudican a nuestro planeta y pasémonos a las Greenybottles. ¡Feliz puente!